Sobre algunos enamorados de los libros (Minúscula, 2018), de Philippe Claudel y traducido por Lluís Maria Todó.

¿Hay algún enamorado de los libros en la sala?

Sobre algunos enamorados de los libros (Minúscula, 2018), de Philippe Claudel y traducido por Lluís Maria Todó, es un libro breve que comprende dosis de pequeñas historias sobre personajes ficticios cuyas vidas giraron alrededor de los libros de alguna forma. Algunos de estos personajes son presentados con nombre y apellidos, incluso con el lugar de nacimiento y las fechas de nacimiento y fallecimiento, y sobre otros, sin embargo, ni siquiera se dice cómo se llaman.

En estas historias hay de todo, personajes pintorescos, soñadores que vieron frustrados sus anhelos relacionados con la literatura, o aquellos a los que les costó la vida hacer poemas. Por ejemplo, hay una historia que habla sobre un hombre que vivía sin dificultades y, sin embargo, escribía poemas sobre las desgracias del hombre. Así que su amo lo encerró en una celda y allí murió de inanición seis años más tarde tras haber escrito muchísimos poemas sobre la dicha, en este caso, y no sobre las desgracias.

Las historias suelen contener ironía y también tristeza, dependiendo del enfoque que el narrador les dé. Hay, por ejemplo, historias como la de un hombre que se ahorca en el salón de su casa por la frustración de no llegar nunca a ser un escritor. Y otras historias, por ejemplo, una en la que el protagonista se encuentra imprimiendo su primer libro auto-publicado, en una de las Torres Gemelas, momentos antes de que ocurra la tragedia del 11-S. U otra historia sobre un escritor judío cuyos poemas comenzaron a gestarse mientras él se encontraba preso en un campo de concentración. O la historia de aquella rusa que huyó de la Revolución de Octubre.

Hay algunas historias que son brevísimas (dos o tres líneas) y otras que ocupan dos tercios de una página como mucho, y todas ellas contienen ese aura mágica que me ha parecido tan atractivo. Porque amo a los libros. No me gusta leer, sino devorar los libros, comprarlos y comérmelos mentalmente sin piedad, sin escuchar sus súplicas. Y, claro, este libro me ha gustado mucho porque me he encontrado en él.

Para terminar me gustaría escribir una de esas historias, una de mis favoritas, porque quiero ser su protagonista: «Y ese que todavía no ha escrito, que no sabe que algún día escribirá y que vive feliz y ligero, en la ignorancia del asunto, sin disfrutar siquiera del hecho de no ser todavía escritor, sin darse cuenta siquiera de la suerte que tiene de no serlo».


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